La palanca
“Dicen que la prensa fue la palanca con la que Arquímedes movió el mundo”
Artemus Ward (humorista norteamericano)
No sé por qué Torra le escribió una carta a Sánchez a cuenta de unas detenciones ordenadas por la Audiencia Nacional.
No sé por qué Arrimadas ha osado pasear el dolor del cuartel de Vic para crear su propio relato en el Parlament.
No sé por qué Ábalos ha salido raudo a mostrar su contento por la evitación de un atentado en Cataluña.
No sé por qué la Fiscalía acusa a los CDR detenidos de rebelión porque ninguna de las conductas que se han ido filtrando encajaría ni de lejos en el tipo.
No sé por qué los independentistas niegan la posibilidad de que unos individuos aislados hubieran podido decidir pasar a mayores y causar unos estragos por mucho que ellos lo deploren.
No sé por qué otros están seguros de que estamos ante un comando que se integra en una gran organización terrorista en la que están dispuestos a meter a tirios y a troyanos.
No me parece que hicieran falta 500 efectivos para detener a nueve personas.
No creo que todo lo que los policías dan por cierto en sus investigaciones sea palabra de Dios ya que de hecho sucede que en ocasiones se queda en agua de borrajas.
No me parece de recibo que la asociación mayoritaria de jueces ponga un tuit afirmando que en los registros se ha encontrado Goma 2, dejándose llevar por informaciones periodísticas que directamente faltaban a la verdad.
Sé, eso sí, que hay siete detenidos que hoy pasan a disposición judicial, a los que no se ha considerado preciso aplicar las excepcionalidades que la ley prevé para los terroristas, a los que se les han incautado sustancias que pueden ser utilizadas como precursores para explosivos.
También sé que ser terrorista hoy día en España es muy fácil porque desde la ampliación de la definición de terrorismo que se produjo en 2015 por consenso de las fuerzas políticas para, según nos dijeron, luchar contra los yihadistas, eso es así. Pareció a muchos buena idea, perder libertades y derechos y ganar en inseguridad jurídica para ganar en seguridad personal, pero como ayer me recordaba con vehemencia un fiscal, lo que está escrito en la ley es ya para todos. Muchos alertamos sobre el ensanchamiento y la indefinición de la nueva legislación antiterrorista. Ya era previsible que eso sirviera para acoger este tipo conductas, si bien delictivas, muy distintas a las que todos tenemos identificadas como terrorismo. Y así ha sido. Desde la macro reforma finalista de 2015 hemos visto a tuiteros, a titiriteros, a gente que estaba de fiesta y agredió a unos agentes y a cantantes ser acusados de terrorismo. Así que, terminada ETA, se ha producido un curioso fenómeno de incremento de los casos por terrorismo en la Audiencia Nacional. Pero es que ahora ya no hace falta pertenecer a ninguna organización, ni recibir órdenes o instrucciones de nadie. Ahora te puedes radicalizar solo y convertirte en un lobo solitario e, incluso, ser terrorista sin nada más allá que tener una finalidad concreta. Una finalidad que puede ser subvertir el orden constitucional, por ejemplo, u obligar a las instituciones a hacer algo o, incluso, alterar gravemente la paz pública o provocar un estado de terror en la población... o estar preparándote para ello. La cuestión es que incluso esas finalidades son enormemente difusas y, sobre todo, fácilmente maleables. Así que lo que antes podía ser un delito de estragos, hoy día te puede convertir en terrorista.
Junto a ello tenemos que deplorar que la política de plató sea tan rápida y lleve una escaleta tan vertiginosa que no dé tiempo a que la alcancen ni los hechos. Los hay que con unas detenciones han montado ya toda una organización terrorista catalana, que convierte las reivindicaciones independentistas en un movimiento violento del que no dudan en ver ya todo un entramado y hablan libremente de comandos y atentados y de todos esos términos que queremos olvidar para siempre. Esos son los que con una palanca te escriben un mundo. Los arquímedes que no necesitan ni comprobaciones ni análisis ni datos porque no son necesarios para los fines que persiguen.
También están los otros, los que con su palanca para mover estados represores destruyen cualquier posibilidad de que haya grupos o personas que se hayan descontrolado, que hayan dado un salto que nadie pidió ni nadie pretendía. La posibilidad existe y debería ser cuidadosamente analizada, ya con los datos en la mano, para proceder a la máxima repulsa en el caso de que les hayan salido unos versos sueltos y violentos en un movimiento que indudablemente no lo es.
Cuando tengamos más datos podremos analizar el alcance de los indicios y su peligrosidad real y también su encaje en los tipos penales que proponen. Ahí sabremos si se nos revela una inferencia razonable o si estamos ante un nuevo comando Dixan. Cuando esto suceda es muy probable que a los de la palanca ya no les interese para nada.
En la guerra política y mediática española, la verdad ha sido rematada hace muchas batallas y siempre deja un reguero de víctimas.